
Me venía mirando desde aquel sector, se acercó y me preguntó el porque de mi soledad en medio de tanta gente. Ocultaba la sonrisa más linda de la noche casi que brillaba con cada destello de luz (tal cual a alguna publicidad), los ojos disipados bajo el flequillo largo, pero se sentía tan bien estar allí, conocernos mientras los demás simplemente ignoraban el detalle. Me mostraba concisa , directa y segura, pero a pesar de ello no lo quería besar, no quería acabar con el mágico momento que se había creado. Casi sin darme cuenta me encontraba hablando de un montón de banalidades, que aparentaban no aburrirte ¿Pero como saberlo?.
Me costaba mirarte a los ojos, y que raro es sentir eso cuando recién se conoce a alguien. Es como si de pronto olvidará el momento que nos unió y dejaría de lado el tiempo.
Casi tan lentamente el lugar se despejaba (pero parecía que ninguno de los dos se precipitaba por ello) cada vez más nosotros y menos ellos, cada vez menos bullicio y más palabras al oído.” Que lindo” pensaba ella, “Que mujer” pensaba él… pero que lástima ahora que ya no queda nadie en el lugar, sólo ella y él que tímidamente se despiden hasta el próximo amanecer que los encuentre juntos de nuevo. Ambos pensaban que la conexión era inmensa y que como un imán se atraerían y se volverían a ver, aunque ninguno supiera del otro por el resto la vida… la ilusión era la que los mantenía unidos permanentemente.